domingo, 12 de abril de 2009

Scratching de imagenes

Me levante con una resaca madre (madre superiora podría decir). La nariz tapada por el incesante fumar de la trasnoche entre trago y trago; la boca pastosa como si tuviera una capa podrida encima de la dentadura; mi estómago albergando un dragón en adopción y mi cabeza en vez de cerebro tiene un corazón latente. Cada latido era una punzada.


Levantarse de la cama en estas condiciones es un trabajo duro; no importa, sólo cuesta decidirse; es eso en realidad lo duro. Decidir hacerlo una vez que haces conciencia de tu estado es imposible dormir a no ser que te dure todavía el pedo. Claro está que el pedo tiene que ser considerable, tanto por lo menos como para adormecer el estado descrito y después padecerlo.


Decisión tomada. Me levanto.


Espejo traidor, sólo sabe mostrar lo que tiene para mostrar. Mi pinta no es tan atractiva como una pinta de cerveza. Me pregunto como una función tan complicada y bella como la visión puede ser engendrada por unos ojos tan cargados de mierda (ojos inyectados de vino). Esto demuestra la poca presunción que tienen, la honestidad que cargan es absoluta. Apesadumbrado, donde huir es presuroso frente a esa honestidad de tan mal gusto, huyo a cámara lenta al salón.


Tengo que hacer algo. La tele cumple con su tópico: es una boludez radiactiva. Música es La Opción. El ordenador (qué practico). Busco algo que no afecte aun más las punzadas. Decido Pink Floyd (en esta vida son todas putas decisiones...y hay gente que cree que estamos manejados por un destino) porque son buenos y volados y me gusta volar. Animals está bien, o al menos lo creo, y con eso es suficiente.


¿Que más? Si! Mates. Hay que tomar algo al levantarse. Un cigarrito y los mates son un buen laxante. Entre mates, Pink Floyd y el cigarro, mi mente navega en las mareas del ayer. Son imágenes sueltas, palabras revueltas, algún que otro scratching, lo borroso y tal. Es como intentar recordar un sueño, un sueño hecho de materia.


Me dieron ganas de cagar. Allá voy. Puerta, pomo y luego otra dimensión. Derecha espejo, lo sé y no miro, y paso al lado de mi otro yo. Inodoro, el héroe local en ese instante. Me siento y relajo los esfínteres para permitir el paso. Veo los azulejos entre líneas y bailan, también miro el suelo sin enfocar mis ojos y las líneas desaparecen por momentos, como si mi cabeza determinase la importancia del promedio de lo que ve (bueno creo que es así realmente hablando). Vuelven flashes de ese ayer, hay una mina que sé quien fue pero no del todo. Yo solo sé que quería despertar con ella al lado (que es noticia de polvo anterior). Pero también que la cosa se truncó por algo que dudo. Será alguna beoda filosofía que le habré soltado asustándola de lo pirado que soy o simplemente la cagué con alguna payasada. Ya se sabe que los borrachos somos una nariz roja de mal gusto para interactuar con terceros pero buenos para quienes nos disfrutan como testigos indirectos.


Ya está, cagué y me dispongo a limpiar mi virginal culo. Agüita, papel y tirar de la cadena, luego volver al salón.


Soy un cuerpo sin fantasma dentro. Es un puro sentir la sarna metida al hueso. Cada poro epidérmico supura un sudor alcohólico y soy sufridor de mi propia materia.


Me siento y sigo cavilando, como esperando algo. Una cavilación vacía de orden. Todo suelto.


Ya sé! Aspirinas (la mente tiene luces sueltas). Caja de zapatos metida en el baño y veo las pastas plastificadas en discos. Me mando tres frente al espejo y dialogo con la imagen al puro estilo Western “ya nos volveremos a ver viejo amigo”.


Los mates ayudan a pensar, es como el cigarrillo, da tiempo de relax a la vez que te entretiene con su automatismo, ambivalencia rutinaria. Me vuelve a la cabeza la jeta de la mina. Parecía que estaba buena, aunque la recuerdo un poco tarada. Ese tipo de mina de las que tiene un pedo mental de las cosas que están bien o mal, o esas boludeces de moralidad humilde. No es que sea malo eso, pero es demasiada inocencia vacía. La habré apartado con algún cinismo al respecto.


Ahora no tengo nada que hacer. A veces me gustaría tener una novia. Algo que enredarme en la cama, no hablo sólo de sexo, sino de dormir con un cuerpo y su temperatura, de un enredo de piernas, sueño y cariño, de despertarme a gusto con alguien. Una compañera que no sea un plomo. Libar sudor con el olfato, olor suave a piel, a pies, a saliva, a la humedad sublime de su sexo... el aroma del amor.


Subo mis bolas oculares del mantel, Pink Floyd sigue, las punzadas remitieron un poco y el estúpido blasón marca una hora que nunca se le pregunta y siempre responde representando el medio entre el nunca y el siempre que es el todo y la nada, elementos intangibles donde los contrarios comparten esa única cosa-esencia de ser contrarios y deja picando la bola de que el cosmos es una armonía producto del caos y viceversa.


Recuerdo la servilleta que escribimos ayer, es una caja negra del accidentado día de ayer. Sí, el hijo de puta de Hernán. Dando clases de seducción comiéndole la boca a la mina más fea del mundo. Como dijo Pablo con mucha retórica de libro:



Hace del polvo un arte escatológico de la coprofagia en la cual él se convierte, a conciencia, en una reverenda mierda que se deja devorar.



Jaja, lo apuntamos en una servilleta porque no hay cabeza más que la suya para tal frase. Lo cierto que la gorda con unos pantalones negros achupinados parecía dos morcillas gigantes incrustadas grotescamente a una bola rugosa de plastilina.


Punto dos:


Parece una mantis religiosa comiéndose al macho en plena cópula soltó Israel.


Punto tres:


Para mí, dijo Andrea, es simplemente una gorda chupando un helado.


Hernán, elmantismachoheladodecaca, se separó de la gorda, le dio un papel (su número de teléfono, que la giganta sujetó entre el elástico del corpiño y su grasa) y la saludo con la mano mientras se acercaba a nosotros (grupo de marujas) con los labios al rojo vivo y media sonrisa en la cara.


Punto cuatro (declaración de Hernán):


Bueno bien, esteee... ¿tanta conmoción y expectativa? acá lo único raro es la cara de boludos impacientes que ponen.


Bueno. Ok. Voy al frente manteca sin querusa.

¿Por qué la gorda no?


Porque estoy enamorado, no de ella (apunta con tres falanges del índice tiesos hacia arriba). Del amor estoy; busco algo superlativo. Si burdo, lo sé. Pero no. Es la metáfora en carnes. Sí, jaja... pero no!. Como quien esta mal necesita estar hundido en la mierda para salvarse. Necesita el fondo y ahogarse, patalear con ojos fanáticos de vaca asustada y sujetarse a la esperanza de surgir en eclosión de una puta vez pero sin lograrlo. Eclosión de burbuja. Ah!. La birra que me faltaba...servíme Mario! (yo sirvo sin espuma intentando con fracaso esa ley porteña)


Ok Gracias... ¿Ves? Mirá la espuma arriba: es eclosión golpista. Mira las burbujas como suben desafiando la gravedad para salir de la superficie y esparcirse. Eso quiero yo: esparcirme como burbuja de una materia que no pertenezco, salir expulsado a la nada y expandirme. Ser ubicuo. Y el AMOR. Ah! Orgiástico... Algo más que pene y su sobre carnal vaginiano... Quiero a una gorda por eso... Quiero un par de tetas gigantes. Talla un kilómetro para ahogarme. Quiero dormir-morir entre un par de tetas magnánimas. Ser envuelto entre las carnes y desaparecer absorbido. Y me gusta. Tanto su celulitis como ojos escrutadores de mi devoción caníbal del centro del universo llamado vulgarmente ojete... Y Oh! Me están calentando de exigirme explicaciones. No nadie hace eso.... ¡pero mierda! ¿NADIE?. El raro esta exponiendo su alma flaca en pozo negro ¡joder gallego!(con acento símil) Si. ¿Sinceridad queréis? Su bombacha mi sabana, mi flaqueza su esperanza reproductiva. Pero no! Ustedes no entienden. Soy yo. Si. Eso. Salud (levantó el vaso guiñando un ojo). Felicidad para el bobo y melancolía para mí que soy vivo. ¡Pues no! ¡Concha su madre! Mi madre... ELLA, yo insólito, perdido y finito: ¡aire quiero ser!...Ser su protegido de su sudorosa-mortal-madre que tiene... quiero ser la pachamama. Lo soy. Pero quiero antes de... Me pierdo. La juerga debe seguir... hablemos de piquetes o afanos a mano armada... que se yo. Quiero no ser... no ser, no ser. ¿Matarme?: ¡No! (Y luego casi cantando) ¡Salud y crasitud...para el Gran Graciento!



¡Poné mi firma abajo eh! (me dice mandador falangista cuando estoy entre risas escribiendo a toda leche).



Luego perdí el entusiasmo con el seguimiento periodístico. Y después de eso, le contamos nuestras observaciones, y la que más le gustó fue la de Pablo, pero apuntó que prefería ser la vaca que lucha contra el lodo merdoso. Después empezamos hacer análisis del entorno, hacemos una critica bastante cínica del mondo en el que nos movemos. Es un método de defensa de nuestra diferencia a la cual pertenecemos siendo partícipes del entorno, y justificamos así nuestra estupidez distinta a la ajena: los chorlitos bailando a la moda, vestidos así, sus gestos de perro viejo en lo moderno: una actitud de “yo lo hacía antes de ponerse de moda”, etc. ¿Porqué danzamos (sin bailar) en esas pistas?: Carne. Minas. Eso es todo. Andrea nos sigue porque le gusta observar con ojos amables lo inevitable. Es decir: piensa que la gente hace las cosas que hace no solamente por necesidad, sino por identificación propia, saberse integrado en cualquier movimiento que le convenga (en un sentido no práctico a la hora de la supervivencia sino para darle sentido a esto último, más allá de comer o dormir), una marca registrada of the personality. Al menos eso dice.



Aunque parezca que tengo memoria, reconstruyo a través de unas servilletas la noche y palabras inexactas de pensamientos de otros.

Suena el teléfono, es Andrea, pregunta por mi hacer de esta media tarde, nada le digo, soy agua estancada que se pudre y que gracias a mi voluntad me desinfecto con el líquido que ayuda a olvidar y a la vez recordar, me dice que los borrachos encuentran buenas excusas para tomar aunque sean malísimas, le corto la historieta y pregunto por ella y me dice que está de camino que: que tal una revolcada para finiquitar el finde, y yo que bien, y que hasta entonces seguiré como agua bendita, se ríe y me aconseja que no se mezcle con la sangre de nuestro redentor, que no quiere tener que resucitar Lázaros, le corto otra vez el hilo y le digo que se apure entonces y colgamos los fonos.


Me levanto y me preparo algo con vodka porque soy como agua estancada mientras espero y escribo.


Si no, me aburro.

Paisaje urbano

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Rastro de Madrid