sábado, 8 de diciembre de 2007

Parte de la misa.


Se encontraron una vez más y prosiguieron el ritual sin preámbulos. Ella sirvió la copa de vino para dos que equitativamente se tomaron entre pecho y espalda, justo en medio del alma (siempre iban contra viento y a favor de lo que marea). Desde que lo probaron la primera vez, esta costumbre iba a misa en cada encuentro. Fue en el génesis de la relación que lo utilizaron para avivar el vapor que se requiere para excitarse sin las nervaduras de la primera vez (sobre todo fue una catapulta que rompió el fuerte de la virginidad). Relacionado a él, porque de ella podemos decir que sabe más por vieja que por diabla, según satánico y viejo dicho. Con quince años de diferencia, y los veinte que él tenía, todavía parecía existir una diferencia de inocencias. Aunque ahora disfrutaban casi sin diferencias de una prebenda sexual mutua. Es decir, la sinecura (en este caso por trabajo que procura deleite) era dada y recibida entre los dos. Solo por los dos.

Un fondo blanco y la sangre hirvió entre estas dos serpientes que se enredaron haciendo caso omiso a su naturaleza. Se ofrecieron cara a cara, enfrentadas con sus lenguas también enroscadas (un caduceo, donde la vara que los separaba, eran sus propias individualidades). En medio de una batalla de telas blancas que serán mancilladas retroceden en su evolución fantástica. Ahora son dos dragones que se muerden salivando rabias medievales. Sus fauces expiran fuego y los fuelles avivan el aliento caliente con bálsamos salivosos expuestos y dispuestos a ser transfundidos. Miradas furtivas concentradas, donde lo efímero es fotograma en la película de la memoria. Enredo, mucho enredo. Almas amalgamadas ortodoxamente de acuerdo.

Ella detuvo la acción parándose junto al borde de la cama, observando como se cocía su pollo. Su cena. Su pollito desplumado.

Desnuda y jadeante, recogiéndose el pelo frente a él, como preparándose a una pueril pelea sin el arbitrio de algún adulto vigilante, sin las normas establecidas por terceros, escupió jocosamente:

- Preparate puto, que te voy a deshuesar.

Mientras, el pollo, también desnudo, que se había sentado para contemplarla con indisimulada lascivia, le sobó los muslos con palmadas y risas cortas; la sobró; le pellizcó los cachetes a mano entera y se expresó indisciplinadamente:

-Hay temblores que se ven y se sienten (lamió su muslo delantero izquierdo. A su derecha), y siguió:

-Que te hacen temblar. Ahora somos dos temblores como dos gotas de agua que en el camino se han unido y se convierte en una gota más gorda-.

Se la sube con un gesto de palmadas a su regazo (hechas en el muslo posterior derecha. Su izquierda) y continua:

-Ahora somos un gran temblor dentro de un mundo que hicimos entre los dos-.

Y continuó con enciclopédica experiencia:

- Y no podemos ver lo que nos es insignificantes a nuestro tamaño. A lo mejor puede que nos estén rezando para que pare el desastre-.

Esta manera de expresarse cuando hacían el amor, era juego que principió ella, puesto que a ella le gustaba más el teatro que el sexo en si mismo, es decir, mientras duraba la acción, le excitaba, o mejor dicho, se sobreexcitaba con las palabras provocativas que estimulaban las lenguas viperinas. Y aunque requiriese un poco de concentración la lectura de las palabras que se enuncian oralmente, y se necesitase mirar inquisitivamente gestos y miradas para que provoquen mas gestos de los orantes y así tener mas pistas, descifrar dobles sentidos de los dichos, descubrir pifias que intentan desconcertar o llevar a una dirección adecuada por el manipulador de palabras, a leer, en cierta manera con esas herramientas de la mente, el pensamiento, porque no siempre las palabras dicen todo lo que se dice, ya que siempre decimos con el inconsciente metáforas que nos son indescifrables hasta para quienes las pronunciamos (mucho más lo son para quienes nos escuchan), o las concientes que difícilmente puedan ser descifradas con la atención adecuada a quienes están dirigidas, aun así, todo se justificaba con la sal que prolonga el goce.

Era parte del juego. Parte de la misa.

Ella responde con indulgencia a sus palabras y con maneras indisciplinadas (sin romper con el estilo) agregó:

-Los seres insignificantes rezan por los placeres de los dioses, a nuestro capricho; de todas maneras tenemos y tienen suerte que no podamos verles, así no podremos ver nuestras equivocaciones que sobre ellos caigan al azar ni tampoco con nuestras divinas decisiones. Además, conseguimos con el misterio que no nos puedan juzgar. Con el misterio reforzamos la adoración y el placer. Nuestro elixir final será nuestro néctar, nuestros fluidos nos embriagaran, serán nuestro sedante, nuestro gas de la risa de una risa irisada-.

La replica, arma siniestra, era su llave para permitir que él continuara, que sin pausas resuelve el enunciado provocador:

-Si de verdad encontrás belleza en el misterio, diría que sos una morbosa, una mentirosa y también una falsa-.

La agarró del pelo cerca del cuero cabelludo para verla de frente, y ella traducía la acción con una expresión de dolor dulce, abriendo levemente la boca, mostrando su pequeña lengua de almeja rodeada de la ictericia tabaquera de sus perlas.

La observó con gusto y continuó:

-Porque veo en tu cara un placer; un placer que encontrarías en la belleza del misterio que vos hablas, si tu enunciado es verdadero. Dejarías en Él y en sus manos nuestra relación. No seria carnal, sino imaginativo y por ende misterioso. Los fluidos serían quimera en medio de un aquelarre salvaje y sin sentido. Tendrías una imaginación capaz de salvaguardar esa embriaguez.

Las fichas del ajedrez latían y se movían, se lastimaban a conciencia, a placer, a gusto del consumidor.

Se metieron en la cama. La habitación estaba sombría, suavizada con luces tenues que venían del costado izquierdo de la cabecera de la cama, luces que dibujaban así unas sombras chinescas en las cortinas onduladas. Andrés se sobrepuso en ella, y se instó a los manjares protegidos entre las columnas paralelas que mágicamente se arquearon hacia los laterales como si de ancas de rana se tratase. Expuesto el manjar, el comensal se dispuso a catar el fruto prohibido, cuyo sabor a sabiduría del bien y del mal no le hizo sonrojar ni avergonzar de su propia desnudez.

Entre sollozos, ella lo tomó con ambas manos por las orejas para verle la cara. Él tenia sus ojos como las de una hiena en medio de una orgía putrefacta en vigilia de la avenida de los posibles camorreros. Con una sonrisa de satisfacción ella le dijo:

-Hoy soy todo poros.

Lo atrajo hacia sí para morderle los jóvenes labios. Luego el mancebo se soltó para presentarse frente a los hinchados pezones. Un manjar porno pop, con grititos muy de los ochenta, estéticos y extravagantes.

Una mosca en el cielo blanco y raso, era el único testigo estático que desencajaba en la escena.

Ella deseaba meterselo dentro, entero, carne y hueso, como una bacteria gigante, como un parásito, como un elefantiásico bebé, quería parirlo hacia dentro, encapsularlo y explotar en pedazos, y que cada pedazo fuese testigo estático de la escena. Él entró. No como bebé, ni parásito, ni siquiera como bacteria. Ella explota igual. Con quejidos y arañazos en la espalda ajena, una espalda enajenada de prever los peligros, ella traducía así su agradecimiento.
No hay placer sin dolor. No hay dolor que no produzca morbo en este juego. No existe el morbo si no hay placer y dolor. Son las fichas del ajedrez, de un ajedrez latente y viviente, cada movimiento era defensa y ataque.

-No soy ni mentirosa, ni falsa. Solo soy morbosa. Necesito tanto la imaginación y la acción, como también el misterio que lo envuelve.-
Las frases volvían como oleadas, como las oleadas que su cuerpo convulsionaba en latigazos eléctricos.

-¿Y que es el morbo según vos?-

-El morbo es una herida abierta y un palo que la remueve, y es indistinto quien es quien según los elementos, lo que sí importa es que se produzca la conjugación entre sí, y quienes sufran...(levantó sus cejas) gocen a la vez. Como nosotros- sentenció.

-Excelente definición, pero insisto ¿Quién es quién en nuestro aquelarre?-

-Nosotros somos ambas cosas, que nos removemos mutuamente la herida. Yo la tuya y vos la mía-.

-Pero yo no sufro, solo el placer me llama-.

-El placer que te llama subyuga tu herida, de una manera subrepticia y delicada a la que no te deja percibir tu sufrimiento agradable. Será que la parte agradable del sufrimiento, es tan grande, que no te deja sentir con suficiencia el dolor -.

Andrés la giró, se arrodillo tras ella, la agarró por la cintura y le levantó el manjar dividido. Observó el centro de su atención conjugándolo con el bamboleo mientras ella le observaba, cabeza en la almohada, como el orgásmico final se llevaba mediante convulsiones, la energía que inicio todo esto.

Cuando acabaron, y con las sábanas ya mancilladas, a él le cubrió un sopor que lo lanzo a un costado de la cama producto del cansancio. Al poco su rostro oscureció lúgubremente.

Ella se acercó y le besó la oreja. -Estuviste muy bien Andrés- le dijo con sinceridad. Ella no sabía lo que el sí sabia, y aun ignoraba lo que le entristecía desde temprano pasado.

A él, una tormenta oscura, cargada de potente electricidad le anegó rápidamente en forma de ira. Una ira, que con un destello inesperado de un rayo, actuó absorto en capital pecado.

Se giró, la empujó y empezó a estrangularla con brío y lascivia. Ella iba gozando (para su propia sorpresa) en el camino que la llevaba a su única agonía. Sus lágrimas rodaban desde el rabillo de los ojos hasta las orejas dejando surcos negros del rímel. Los dedos de sus pies se abrieron como abanicos y sus piernas patalearon como por un capricho pueril. Sus manos asestándoles golpes en la cabeza dejaron rastros de dolor en la cara rayada de sangre, y con la sensación de un final álgido... murió.

Andrés se levanto de la cama y la miró. Encontró que las diferencias de inocencias se disiparon. Vió la belleza del cadáver y la interpretó como arte de la casualidad. Con los ojos abiertos y la lengua añil por falta de sangre. Sus piernas, por una última voluntad de vida, eran otra vez columnas paralelas, pero esta vez más estiradas. Sus brazos cerca de su cuello marcado vaticinaban la inútil defensa.

Se encontró excitado de miedo y decidió excitarse con los vapores alcohólicos del vino sobrante de la botella. La sorbió sin pausa creyendo que iba aliviarle del común sopor de las pesadillas. Corrió la cortina, abrió la ventana del dormitorio y absorbió aire con espasmos asustados (sin saber que la realidad es una fantasía caprichosa). En ese instante salió la mosca volando al exterior. Una mosca que nació dentro de la casa por hecho casual de la vida (una casualidad dentro de otra). Un vuelo al exterior que resultó ser el hecho mas trágico de esa habitación en esa noche de verano, en esa casa situada en ese pueblo de la provincia de Buenos Aires, en ese país llamado Argentina en un mundo titulado como la Tierra, dentro de una galaxia bautizada como La Vía Láctea...todo esto perdido en el inextricable espacio.

domingo, 2 de diciembre de 2007

La vieja, el beodo y el pendejo.

La ciudad es un océano gris, y esta parte de la ciudad es un mar quieto. Un mar muerto en la que la luna solo puede influir en los habitantes que están sobre su superficie. El asfalto es un manto sobrepuesto como por un pintor, un Dios creador y cabrón que refleja su pesar con el tinte cuasi negro de un cielo enojado.
El asfalto rajado con innumerables ríos de tinta china ostenta con vaga presunción la sequedad castigada por el sol y la dejadez. Todo acá esta así. Rajado y arrugado por la dejadez, como un pergamino que viaja a caballo a través de la guerra, o a través del tiempo. Del espacio-tiempo. Quien viera estas tierras transformadas unos quinientos años atrás creería que ha cambiado de lugar en vez de tiempo.

También tendría razón.

Entre las rajaduras, en un plano horizontal se ven también arquitecturas crecientes, perpendicularmente, que salen de las entrañas de la pacha mama. Capricho impuesto por la supervivencia del ser humano, hacen de sus casas. Estas verticalidades combinadas con las horizontalidades en un marco de tres dimensiones, hacen juego con su asfalto y la sempiterna dejadez.

En cierta ventana se puede observar la silueta de una mujer (entre bambalinas) que ha decidido observar el mundo a través de ese telescopio cortinado. Lo mira como si ese mundo no fuera de ella (de hecho no lo es), y la intensidad con que disfruta del sentido de la visión era tal que parece un afán científico, como si hubiera descubierto vida inteligente en su poderoso telescopio en otra galaxia.

Esta vieja, Doña Ana, sufrirá la brevedad de la supuesta belleza de la muerte sin preámbulos, con un balazo en la cabeza, en la que luego contaré con exactitud que me sea posible.

No hay extensidad tan breve a la sorpresa de recibir un balazo en la cabeza. Y que nadie pueda ser testigo para contárnosla. En esa milésima de segundo ¿qué queda para atestiguar? ...de ser presentes de esa pintura ¿cuál seria su color? ; y el cuadro de esa pintura a través del punto del supuesto pintor, en ese instante anterior de perder la vida, ¿cuál su escena de visión? ¿borrosa, doble, triple? ¿dorada?

Más arriba, sobre el tanque de agua potable, un gato se lame las patas delanteras, cuyo espectáculo escapa de la sapiencia descriptiva de dicha mujer.

Detrás del plano visible de nuestro punto veo en la parte posterior de la casa, que se alberga un perro dentro del patio semi-ajardinado, descuidado (situación que atestigua el interés anestesiado que provocan las ventanas de los dormitorios).
Dicho perro, viejo ya, no cela más por su territorio contra el aseado animal. Su experiencia determinó que la eterna afrenta nunca cambiará su cualidad temporal. Solo duerme, come, caga, toma agua, mueve su cola al recibir comida y a las frugales caricias recibidas, canta con las sirenas lejanas y aúlla las cercanas, entierra huesos de los cuales muchos están en el limbo del olvido (su experiencia no determinó los efectos de la dejadez de la vejez que ha afectado también su olfato). Los otros huesos que vuelven por la noche, lejos de los hipotéticos ladrones, se los come para no volver a enterrarlos, y hace de sus movimientos una llegada a su punto de partida en su ambigua celda sin techo. Es un preso que no ansia más por su libertad por que no sabría que hacer con ella.
Tiene el aspecto haraposo de la muerte, de la cual no tiene la gracia de ser conciente. ¡Es un afortunado! Tan afortunado como cualquiera quien realmente cree en la fe de la eternidad.

Al lado de la ventana-telescopio hay otra casa. Es la de un viejo que sufre los demonios etílicos paleadores de hígados, que decidió ver el mundo con ojos de borracho. Con su whisky que sabe a madera vieja y barata, como a bambú, sucedáneo de madera y popular, que, mezclado con la coca cola hace un refresco embriagador y efímero como el amor de una puta.
Su óptica panóptica, de la cual paga caro, es mas realista que la de muchos sobrios. Y la realidad es una fantasía tan dura como tan fantasiosa es nuestra dura realidad, suele decir a quienes se sienten desdichados como él. Y como él, no se consuelan con dicho aforismo. Así ve todo, en un marco circular como sus discos, aunque al revés se oye distinto, dice lo mismo pero en una atmósfera ininteligiblemente invertida... hasta satánica.

Este señor, ya jubileta, pensionado y agraciado de rentas que hacen posible su alcoholismo, acostumbró coleccionar sus botellas a modo de trofeo. El concepto, distinto que sus discos, que tomo para tal empresa era de la siguiente manera: importa más la cantidad que la calidad. Como aquellos que se dedican al mundo financiero, donde la ley es a "toda costa". En su situación “costa” es a saber: el hígado; el cáncer de colon que aun no tiene ni tendrá noticias; malas digestiones; hemorroides que eran equivalentes a apagarse un fósforo en el proceso de quemado de la pólvora en el culo al cagar; el principio de un delirium tremens por la mañana acompañada de insectos y distintas alimañas que este comprendía que era efecto de alucinaciones, que no les asustaba (al menos no del todo) sino, que los miraba absorto con palpitaciones dignas de una zamba carioca, y que iba eliminando a fuerza de ginebra bautizada como la de los “buenos días”.
Sus trofeos, antes mencionado, le fue mentado a la memoria cuando abrió su cajón para la petaca de coñac casi muerta (estamos en el atardecer, los cuba libre vienen para la cena), y recordó la primera colonia vacía en un desesperado intento en calmar su sed en horas y espacios insalvables. Se volteo y la vio entre licores vacuos de contenido en la segunda hilera. La primera fila, al ras del suelo, seguía la silueta de todas las paredes sin puertas que había quitado (menos la de la entrada). La segunda hilera, sobre unas baldas de madera forradas de laminas blancas, casi pegaban la vuelta de la casa, todas paradas de frente como soldados de plomo.
Pensaba, que al llegar al techo, en el ultimo espacio vacío del perímetro, habría logrado algo que vale la pena.

A tres cuadras de ahí, Hernán, buscaba el esperado debut sexual del cual sentía cercano. Tomo unos mates con su vieja en la cocina, mientras le confesaba la convivencia dura de las calles en la cual se vio obligado a comprar para portar una treinta y ocho robada y con el número limado. Esta, a su manera de ninfa egeria y con la diplomacia de una adolescente con lastre de madre preocupada en la voz, le replico: -No seas tan pelotudo.

-Pelotudo sería estar en la calle bajo las miradas de todos los drogados, con coche nuevo, con trabajo, o sea guita, y sin defensa del que nadie sepa que voy con chumbo. Y encima solo.-

Dio portazo. Se fue a la calle donde su auto, se subió, abrió la guantera, puso un cd muy malo, y dentro de su caja en el librito del disco, saco una bolsita aplastada con cocaína que aspiro de un viaje y chupo sus restos con placer demoníaco. Arranco con el mentón torcido, sus ojitos ávidos de movimientos y una dureza de busto en la nuca, a buscar a su amorcito. Marcho rápidamente hacia delante para virar luego dos veces a la izquierda, luego a la derecha en dirección de las casas de Ana y el beodo.

Iba pensando en como ligarse a su novia para el telo cuando de reojo la vio pasar en dirección contraria con paso apurado. La siguió con la mirada donde su cuello tieso cedió a un esfuerzo inconmensurable. Bajo una marcha siempre con la mirada en ella y su andar de seda. Esa distracción le costo pegarse un palo con una chevy bien cuidada por un fanático del automovilismo. Este bajo aceleradamente con una cruz en la mano y la boca llena de puteadas que escupía con nervios. A Hernán la pantomima le desato los nervios (pulidos y acerados con el rompecaños) y le hizo rebuscar bajo su asiento la treinta y ocho que estúpidamente mal escondía, mientras el “comehiervas” (como les dicen a quienes son fanáticos de dicho coche) decía casi con la saliva:

- ¡Baja! ¡Conchatumá! ¡Baja! ¡Que te rompo los dientes conchatumá!

Bajo el conchadesumá con el índice en el gatillo y el martillo sin seguro. La impresión del otro que no esperaba a semejante imberbe tan decidido y preparado para el litigio, casi le hizo perder la facultad de contención de su mano derecha y dejar caer su ahora mísera arma en forma de cruz.
A los gritos y con un sucedáneo de mal de parkinson Hernán le soltó:

- ¡¿Qué dijiste boludo?! ¡¿Qué te pasa ahora loco?!- Hasta su voz le salió temblorosa.

- Para pendejo, aguanta que me hiciste mierda el fierro. - Le dijo con acento de lástima de si mismo por su desgracia acontecida.

- ¡¿Para?! - (con muchas aes en la segunda sílaba) - ¡¿Para?!- Repitió de la misma manera.

A todo esto la chusma tenía el espectáculo en su propia ventana, se sentía como si estuviera en el palco de Maradona con Maradona. El borracho salió un momento de su mundo por el quilombo generado y también a la calle.
Hernán apuntaba a la cara de su contrincante con agua en los ojos y las manos danzando una electricidad. El contrincante más asustado que atento, le aventó con la cruz a la mano asesina. Lo golpeo de tal manera que soltó un disparo a noventa grados de donde apuntaba y le regalo una picadura de plomo en la frente a Doña Ana. Esta calló al suelo como si un cuerpo de golpe y porrazo se quedara sin esqueleto. Del cráneo trepanado emanó sangre, haciendo de la alfombra un siniestro secante. Afuera, todos impresionados del suceso, miraban hacia la ventana agujereada con la boca entreabierta como si nunca lo hubieran visto en vivo y en directo (que en efecto así era), alardeando inconcientemente de una experiencia, que como todas, es singular. El escaviado corrió para ver el resultado de la ventana, largó un sollozo que pareció el susto de un mogólico. Se volvió a su casa sin cerrar la puerta y llamo a la policía y a la ambulancia tartamudeando por el cagaso en el cuerpo por su aciago final. Cuando termino las llamadas se sentó en la mesa de la cocina y escribió mientras sus ojos no escampaban:

“Todas mis cosas se las dejo a Alejo Damián Martín, mi sobrino, y todo es mi casa y mis casas y sus cosas; mi cuenta del banco que dejo escrito sus números por detrás de esta declaración; y declaro: Yo, Humberto Gil, me suicido para aprovechar que vino la policía, la ambulancia y la muerte. A todos quiero ahorrarles tiempo y dinero”

Se fue a la cocina, abrió un cajón y agarro un tramontina entre pedacitos de migas y pequeños rastros de comida podrida mientras una cucaracha rubicunda paso como un flash sobre los filos acerados (le recordó que el instinto de conservación es bueno para todas las especies menos para la humana). Se puso delante de la segunda fila de botellas, frente a la de la colonia y se hizo un hara quiri arrodillado, con sus dos manos. Vio su vida en tres segundos y se apago. El perro aulló y de la herida emano lo que Cristo utilizó como sangre.

Sin duda en el asfalto hay innumerables ríos de tinta china que mueren en un mar de alquitrán. Ahora la pregunta es: ¿Porque existe la inevitabilidad ante situaciones evitables?

sábado, 1 de diciembre de 2007

Proceso Kafkiano


Primero voy a empezar con un resumen a modo de puntos clave, para que sepan de antemano la historia luego detallada, y me gustaría que lo lean. He tratado de ser lo mas breve posible con los detalles de este hecho verídico acaecido en Madrid entre el año 2003 a 2007.

También, apuntar que tengo todos los documentos oficiales que verifican la historia.

Por último detallo a quienes mando este informe para recibir ayuda por la deseada rectificación.

RESUMEN

2003- Comienzo de tramitación de permiso de residencia y trabajo.

2004- Detienen al abogado que realiza mi tramite por presunta estafa. Parece ser que no era abogado.

- Me citan en la comisaría de Torrejón de Ardoz donde me detienen y me abren una ficha policial.

- Me citan del juzgado de Guadalajara como imputado y me advierten que se han equivocado y me toman declaración como testigo.

- Me devuelven el dinero supuestamente estafado mediante escritura pública notarial.

2005- Presento documentación para la regularización extraordinaria que organizó el nuevo gobierno de España.

-Me rechazan el permiso por tener una ficha policial.

-Se presenta una demanda a lo contencioso contra la Delegación de Gobierno.

2006- Se admite a tramite la demanda en marzo.

- En agosto intento quitarme la ficha policial y me abren un expediente para la expulsión del territorio español.

- En octubre celebra la primer vista del contencioso contra la Delegación de Gobierno que se suspende hasta enero de 2007.

2007- En enero se celebra dicha vista.

- En febrero se dicta sentencia de la demanda a mi favor y me llega en noviembre.

-La empresa que oferta empleo para mi regularización se da de baja de la Seguridad Social

- Me quitan la ficha policial con un certificado diciendo que no existía dicha ficha

- La Delegación de Gobierno no me resuelve los papeles porque la empresa que me hacía el contrato ya no existe.

HISTORIA DETALLADA

El ridículo (con forma de problema) llega a su máxime cuando se pretende seriedad y se convierte en fatalidad cuando la victima (del problema) ultíma una solución que lo vuelve a reencontrar con el ridículo, y escuchamos del otro lado de un mostrador (alegóricamente) larguísimo la expresión: “Nos equivocamos”, y luego otra más fatal: “¡Que mala suerte!”.

Fue a finales de 2003 que empezó todo. Supe de un abogado que sabe realizar la tramitación de permiso de trabajo y residencia, al punto de obtenerlo sin obstáculos (el buen abogado sabía como sortear las barreras burocráticas).

Pobre de iluso.

Las presentaciones fueron breves. Es el padre de una compañera de trabajo, y además, también le tramitaba los papeles a la novia del jefe que era brasilera, una buena tarjeta de presentación para un argumento en que se requiere confianza. Así que me lance al río, sin saberlo, infestado de pirañas con una piragua agujereada. Como yo, también, otros tantos.

Por el módico precio de 800 € por mí, más 800 € por mi pareja (también de Argentina), pagamos el pasaje para un viaje de ilusión absurda, como la de los que se inmolan, en mi caso involuntario.

Al paso de 6 meses aproximadamente, posterior a los lamentables atentados de Atocha, nos enteramos que el susodicho lo habían detenido por sospecha de estafa.

Una llamada telefónica confirmó la noticia un jueves. Una chica de la policía de Torrejón de Ardoz me pidió amablemente que declarase contra el señor Félix (el abogado que ganó el prefijo de supuesto), padre de mi entonces ex compañera de mí ex trabajo, que si podía mañana viernes, y yo le pedí por favor si podía ser el lunes, la cual me dió el si, las gracias y el hasta luego.

Llegó el maldito lunes (maldito porque parece ser que ese día los planetas fulminaban con su brillo estelar mi destino). Fui con mi novia (sin que la hayan citado), por mi recomendación, a declarar como afectada. Ese lunes, que fui invitado a declarar, me detuvieron (oficialmente) por sospecha de estafa. ¿Por qué? Porque me vieron con él. ¿Qué? Sí, solo por eso. Me obligaron a “tocar el piano” sobre una tinta, y después, sobre un papel que marco mis huellas digitales en la que habían pegado una foto mía que previamente me sacaron. Ese papel era una ficha policial.

Luego de esperar a una abogada de oficio declaré lo que sabia y me dejaron ir. Mientras, hablé con mi representante, me dijo que era evidente que me habían tomado como a un pringado (principio del ridículo).

Me llegó la citación del Juzgado de Instrucción Nº 1 de Guadalajara (el delincuente vivía en Talavera de la Reina) para prestar declaración como imputado sobre estafa el día 6 de mayo de 2004.

Ese día, a la hora acordada en dicha citación, me presenté. Me hicieron esperar una vez entregado el documento y mi pasaporte a un funcionario que me hizo saber que mi abogada de oficio (distinta a la de la comisaría) estaba ahora con un declarante (no sé si por el mismo caso u otro diferente).

Al tocarme el turno a declarar, sale del despacho el juez con la citación en la mano y me espeta: - Pase Martín Alejandro -siempre confunden mi segundo nombre como si fuera mi primer apellido-, usted va a declarar en calidad de testigo, nos equivocamos (sic) en la citación, es usted testigo.- (¿estaban ahora en mi favor los planetas?).

El juez leyó mi declaración de la comisaría, me preguntó si era correcto, y luego él y el abogado de Don Félix, el supuesto estafador, me hicieron preguntas. Al finalizar mi declaración en calidad de “la soportable levedad de ser testigo”, sentí un alivio en cada centímetro cúbico de mi cuerpo, como si hubiera descargado un río siendo yo una montaña, la meada de un elefante contenida por siglos acrecentándose inexorablemente.

Ahora me esperaba la puesta en marcha lo que parecía ser la excepcional regularización de los inmigrantes, en el que cumplía todos los requisitos.

Mientras, el 9 de julio del 2004, me presenté en una notaría de la calle Atocha, donde el abogado de Félix me esperaba para devolverme el dinero que supuestamente me habían estafado ante notario.

Para cerciorarme de no tener problemas por la ficha policial, consulto con un compañero de mi entonces nuevo trabajo, que era recientemente abogado, la manera de averiguar mis dudas de si persistía la ficha policial (digo la manera porque si iba a la comisaría sin papeles y sin un tramite en marcha al respecto, me podían arrestar por residir ilegalmente en España). Me aseguró que tenía un amigo que trabajaba en la central de policía y le preguntaría como se podría hacer. Al poco me pide una fotocopia del pasaporte. Al otro poco más, me confirma que no existe una ficha policial a mi nombre, dejándome la vía libre para mi ansiada regularización.

Felizmente, Daniel, quien es el que me hizo el contrato para la regularización, para darme luego el alta en la Seguridad Social y al fin el trabajo, acababa de abrir una agencia inmobiliaria en una famosa franquicia en Vallecas, Madrid. Entregamos toda la documentación pedida en uno de los tantos puntos abiertos para el caso el 29 de abril del 2005. Fue admitida in situ a tramite. Era cosa de esperar 3 meses la contestación que prometió el gobierno.

Algo mas de 4 meses después, a mi novia le salieron los dichosos papeles. Lo mío aun en espera.

Casi 6 meses después del final de abril me llega una respuesta el 20 de octubre de 2005 (el doble de lo prometido). Eso no es nada, la resolución fue negativa (los planetas, en Guadalajara, solo me habían amagado buenos augurios para luego servir en mi mesa, como en las buenas venganzas, el plato frío). La negativa alegada por la Delegación de Gobierno en forma de epístola que transcribo es la siguiente:

En la instrucción del procedimiento se ha emitido informe gubernativo previo desfavorable (apartado 1, letra c, de la disposición transitoria tercera del real decreto 2393/2004 y articulo 53.1, apartado i, del reglamento aprobado por esa misma disposición).

Y, además me advierten que debo abandonar el territorio español en un plazo de 15 días, o excepcionalmente y con medios económicos suficientes a 90 días, sino se me aplicará lo previsto en dicho Reglamento para los supuestos de encontrarse irregularmente en territorio español. Y también me dan un mes para imponer recurso potestativo de reposición; y dos meses para impugnarlo directamente ante el juzgado de lo contencioso administrativo competente.

Me dirijo con la misiva a Bretón de los Herreros, donde la Delegación de Gobierno, para que me traduzcan el motivo de la resolución desfavorable. El funcionario me hizo saber que no tenia los medios para informarme que es lo que habían visto concretamente para rechazarme los ansiados papeles. Pues leyó la carta, por el punto que indica la denegación me preguntó si tuve algún juicio. Me respondió con esa pregunta lo que quería saber. Ya caí en la cuenta de donde provenían “los tiros”.

Fui con todos los papeles que tenían que ver con el juicio (declaración, escritura pública, etc.), y expliqué lo que hasta aquí detallé a Daniel (el entonces futuro jefe). Con la misma buena voluntad del principio, compadeciéndose de mi desagradable situación, me prometió hablar con el abogado que llevaba su sociedad limitada, y averiguar lo que se podría hacer.

Al poco tiempo, se presentó una demanda contra la Delegación de Gobierno formulada por la empresa de Daniel.

El 14 de marzo de 2006 nos comunican que se admite a tramite la demanda, que insta citarse el día 19 de octubre de 2006 (si, un año después de la notificación de la Delegación de Gobierno), al juzgado de lo contencioso administrativo Nº 11 de Madrid.

Ya en agosto de 2006, Daniel me informa que los negocios inmobiliarios no iban muy bien. Por la cual empecé a moverme un poco con la intención de acelerar las cosas.

Hablé con una joven abogada de un centro de ayudas para inmigrantes, en la calle Reina de África en la zona de Entrevías, que había dispuesto el Gobierno de la Comunidad de Madrid, y pedí su consejo. Dijo que vaya al juzgado de Guadalajara, que pida un certificado de mi calidad como testigo y, con ese papel, tramitar la anulación de la ficha policial que lo realizaban en cualquier comisaría.

El 31 de agosto de 2006 fuí para ese juzgado, de ahí me indicaron que habían trasladado el proceso de jurisdicción, en Madrid, porque el delito se había cometido ahí. Ahora el caso lo llevaba el juzgado de instrucción Nº 49 de Madrid, sito en Plaza de Castilla.

Solicité a la funcionaria que llevaba el caso que certificara por escrito, que el juzgado de Guadalajara se había equivocado en citarme como imputado e inmediatamente me tomaron declaración como testigo. Con expresión indignada (no sé de que) me dijo que no podía escribir que se habían equivocado, pero a cambio (después de verificar en el ordenador mi situación en el proceso) me haría un justificante en que alega que soy testigo y no imputado.

Me tuve que conformar y me dirigí a la comisaría mas cercana a mi casa (en Puerta de Toledo). Ahí me confirmaron la existencia de tal ficha y me señalaron que debía ir al Ministerio de Justicia (creo, no lo recuerdo bien, sé que es el lugar para quitarse los antecedentes penales) para poder anular ese informe gubernativo desfavorable (ahí empecé a ser una bola de fliper).

El 1 de septiembre de 2006 me acerco a lo que creo el Ministerio de Justicia. Un edificio demasiado bonito para unos funcionarios tan incompetentes. Uno de ellos me atiende, le explico mi problema, y me hace comprar un formulario en un estanco para rellenarlo y entregárselo a una compañera que me señala. Una vez hecho lo que parecía ser lo necesario, encaro a la funcionaria señalada. Mira el formulario, me hace unas preguntas y me dice que para sacarme una ficha policial me tengo que dirigir a una comisaría que esta en Mar de Cristal. Repuse fundamentando lo que me había dicho su compañera y me respondió:- Pues que te diga mi compañera que hago yo con esto- mientras sacudía el formulario que compré. (Sigue el ridículo).

Una vez, en la comisaría de Mar de Cristal, revelé mi inconveniente y mi deseo de rectificación, a un funcionario vestido de policía. Me pidió mi DNI, tarjeta de residencia, o en su defecto pasaporte comunitario. Le ofrecí mi pasaporte argentino. Me informó que no podía estar ahí sin documentación en regla. Le dije que era “el pez que se muerde la cola”, “que a mí no me salían los papeles por tener una ficha policial equivocada y que ellos me pedían permiso de residencia para poder sacarme la ficha”.

Me pidió el pasaporte, lo miró, me preguntó desde cuando estaba en España, le respondí que desde el 14 de agosto de 2001, hizo una llamada telefónica y me exigió esperar, que lo tenían que llamar por lo mío.

Al fin lo llamaron y me llevó aparte para comunicarme que estaba detenido por residir ilegalmente en España. Le dije que no podían arrestarme porque faltaba una resolución de mis papeles , que estaba en juicio (lo del juzgado de lo contencioso administrativo Nº 11 de Madrid). Me preguntó si tenía un comprobante encima de ello. No, no lo tenía. Y adujo que me detienen con la aprobación de la Delegación de Gobierno (es decir que la llamada le informó que no constaba un proceso para mí regularización).

Así que señores, me llevaron a un bonito viaje en patrullero desde Mar de Cristal hasta la comisaría de Aluche, donde me invitaron a pasar a un calabozo con mas extranjeros sin permiso de residencia a esperar una abogada de oficio.

La detención fue a las 12.17 hs., y me largaron a 18.55 hs. del mismo día con una “Notificación de acuerdo de iniciación de expediente de expulsión por el procedimiento preferente”. Que la procuradora me consoló diciéndome que en 6 meses caducaría como casi siempre pasa.

Gracias a Dios, Ala, Buda, o a todos ellos juntos caducó.

El 19 de octubre de 2006 se presentaron ambas partes para el contencioso de la empresa contra la Delegación de Gobierno de Madrid. Quien representaba a la Delegación de Gobierno pidió otra vista para poder juntar la documentación que no pudo juntar en 7 meses (desde el 14 de marzo al 19 de octubre). Se acordó que la nueva vista se citaría mediante correo y que aproximadamente seria entre 15 días a 1 mes.

Llegó la citación para el 18 de enero de 2007. Se celebró el juicio y quedaba nada mas esperar sentencia.

En febrero mas o menos, ya Daniel había vendido su parte de la sociedad a Diego, quien prometió terminar con toda mi tramitación.

En junio, Diego cierra la agencia por ser económicamente insostenible por falta de venta.

Ahora mi fe se depositaba en una sentencia favorable con opción a poder cambiar de empresa para darme el alta.

Mientras espero, consulto con una abogada en julio de 2007 (esta vez de pago) de encontrar la forma de quitarme la dichosa ficha policial sin acabar tras las rejas. Me sugiere preparar un escrito con fotocopias de la documentación de declaraciones y demás cosas, al Juzgado de instrucción Nº 49 de Madrid (donde se había trasladado el caso Félix), en petición al juez para que mande, ordene (o lo que sea que deba hacer él) comunicar a la central de la policía que quiten esa ficha de una vez por todas.

Voy con ese escrito al juzgado Nº 49 y me avisan que ya pasó
al juzgado Nº 26 de lo penal en García Noblejas, por que ya habían terminado las diligencias previas. Así me hicieron memorar que soy una brillante bola de fliper.

En el juzgado de lo penal Nº 26 de Madrid, me dijeron que lo pasaron al juzgado de lo penal situado en Pitis (no recuerdo el numero de juzgado), porque la condena iba a superar los 5 años de prisión.

La bola de fliper sale despedida a Pitis. Ahí me informan que el día anterior se mando nuevamente al juzgado Nº 26 de Madrid por una equivocación, ya que la condena no es superior a 5 años. Que calculase que la tendrían ahí en una semana.

En los primeros días de agosto me llega un aviso para que vaya al juzgado de Gran Vía por una notificación que tiene que ser recibida en persona, para mí y mi novia. Era una citación del juzgado Nº 26 para declarar como testigo en el caso Félix para el 6 de noviembre de 2007. Ese mismo día que recibí la notificación, aproveche para visitar el juzgado Nº 11 que llevaba mi caso y enterarme si ya estaba dictada la sentencia. Me confirmaron que no, que aun estaba en el tribunal supremo.

Preparo un escrito símil al que hizo la abogada para el juzgado Nº 49, pero esta vez dirigido al penal Nº 26.

A finales de septiembre llamo a ese juzgado para preguntar si ya tenían de vuelta el proceso y como debía entregar mi escrito ya preparado.

Los tuve que llevar al juzgado de Plaza de Castilla para que de ahí lo manden a García Noblejas (ese era el procedimiento).

A las pocas semanas tuve contestación del juez por correo, donde me enviaban todo el legajo de mi preparación, más mi escrito, más una nota del juez, que se notaba que ni había leído mi petición. Pues me mando un escrito igual que el que había conseguido en el juzgado Nº 49 de Madrid que certifica mi participación en el proceso como testigo y no como imputado. Que además daba fe y firmaba. Mandó el documento sin firmar el día 2 de octubre de 2007.

Ya no sabía que hacer. Si iba a la comisaría me meterían preso y me largarían con otra ficha para la expulsión. Un abogado aboga por su cuenta bancaria que yo no puedo satisfacer.

Deposite mi confianza en Claudia, mi pareja, para tramitar lo de la ficha policial. Le hice una autorización escrita a mano, y fue con la declaración del juzgado Nº 49 y Nº 26 de Madrid respectivamente, a la comisaría de Mar de Cristal.

Le respondieron que el tramite era personal, que solamente podía hacerlo ella mediante un poder notarial.

El 11 de octubre de 2007 hicimos un poder notarial de mi persona para autorizar a Claudia a realizarme cualquier tipo de tramite.

Ese mismo día Claudia va para la comisaría con el poder y los certificados de los juzgados. Le dicen que si, que están bien todos los documentos y proceden a la anulación, donde le comentaron sea dicho de paso que, se comunicaran con la comisaría de Torrejón de Ardoz para la destrucción física de la ficha. Hecho el trabajo por el ordenador a Claudia le dan un certificado de cancelación que al llegar a mis manos casi me caigo de espaldas.

Parecerá de risas señores, pero yo transcribo con sonrisa irónica (para combatir cualquier brote de depresión) un majestuoso sarcasmo en forma de certificado, que dice así:

En relación con la instancia recibida en esta Dependencia, se comunica que no procede la cancelación de antecedentes solicitada, por CARECER de ellos, hasta el día de la fecha, en la Base de Datos Informatizados de Gestión de Antecedentes Policiales del Archivo Central de la Policía, a la vista de la documentación aportada.

Lo que comunica a los efectos oportunos.

Permítanme una expresión española para demostrar que estoy integrado: ¡Manda Cojones!

De ahora en mas, me imagino a la policía con nariz de payaso y pistola de agua.

El 6 de noviembre de 2007 llegó el día para declarar el caso Félix. Fui el único de los testigos afectados por la estafa que no tenia permiso de residencia y trabajo.

Cuando hube terminado de declarar, el juez me manda a sentar, se arrepiente y me llama para hacerme la ultima pregunta. –¿Está usted actualmente trabajando? (¿Esa pregunta va dirigida a la resolucion del caso por estafa?) Mi respuesta fue negativa, pues era la verdad y aun estoy sin trabajo. Pero yo me pregunto una cosa, si estuviera trabajando ¿qué le respondo? ¿Que sí? ¿Que me multen y multen al pobre desgraciado que me da trabajo para que yo pueda comer a cambio de mis servicios? Insisto, estoy desocupado.

El 12 de noviembre de 2007, día de cumpleaños de Claudia, fui al juzgado Nº 11 de Gran Vía a averiguar si la sentencia estaba ya dictada. Bingo, estaba dictada y me dieron una copia.

Es curioso saber que la sentencia la dicto el juez el 9 de febrero de 2007, y que a mi en agosto me dijeron que estaba en el tribunal supremo, e igualmente en octubre a Claudia le dijeron lo mismo.

La sentencia para mi alegría es a mi favor. El juez dictamina que:

el informe gubernativo previo desfavorable proveniente de la comisaría de Torrejón de Ardoz (que raro creí que carecía de él) no es vinculante ya que deberá valorarse conjuntamente con los antecedentes penales que pudieran existir, salvo en los casos expresamente establecidos por la ley.

Y concluye:

-Que no se ha dispuesto, finalmente, del informe gubernativo previo desfavorable.

-Que, en cualquier caso, tal informe no es vinculante, ya que se deberá valorarse con posibles antecedentes penales. No consta que MARTÍN ALEJANDRO RODICIO tenga antecedentes penales.

Luego el fallo:

Que la resolución (la que me negó los papeles) por no ser conforme a Derecho, debiendo la Administración demandada dictar nueva Resolución en base a los datos que le constan en el expediente, pero sin tener en cuenta el informe gubernativo previo desfavorable (Se refiere a la ficha policial de Torrejón de Ardoz que desapareció milagrosamente).

El miércoles 14 de noviembre, esquivando el martes 13, me fui derechito, tempranito a la delegación de gobierno que ahora esta sita en calle Serrano 69. Por un lado con la sentencia en mano, y con la otra la denegación recibida el 20 de octubre de 2005 con mi numero de expediente.

Fui a informarme ante una funcionaria. Le conté de la denegación, que lo lleve a lo contencioso y que además tenía sentencia favorable. Ella verificó mis datos en el ordenador y me contestó que todavía le aparecía en proceso, que suele resolverse en unos 6 o 7 meses. Fue ahí que le lance la pregunta “bomba”. La empresa que me hizo el contrato ya no existe ¿Me puede dar de alta otra empresa? La respuesta ya la saben ustedes por presentimiento, es que no puede terminar esta historia de otra manera que con un rotundo, inefable y prevaricoso --> NO.

La chica que me atendió se compadeció y me expresó: ¡Que mala suerte!, y me sugirió que iniciara otra tramitación por arraigo social. El ridículo llegó aquí a su máxime. Todo un proceso inservible se puso de manifiesto en ridículo, y la victima soy yo.

Aquí acabo mi proceso Kafkiano, aunque se ve que me espera otro por arraigo.

Espero tener mas suerte que Josef K. y no conocer el doble filo de no sé que justicia, que no comprendo, y pasar de los 31 años de vida.

Decidí no creer en la mala suerte por que creo que trae mala suerte. Pero se ve que no lo puedo evitar.

Siento que la justicia es una palabra gigante, de letras de plomo que pesa sobre mi cabeza como a un delincuente debería de pesarle.

¿De quien es la culpa? ¿De la comisaría de Torrejón de Ardoz? ¿Del juzgado de Guadalajara? ¿Del euribor que hizo prohibitivo la compra de la vivienda obligando a muchas agencias, entre las que estaba la que me quería contratar, cerraran por falta de ventas? ¿Del juzgado de Gran Vía por su lentitud?

Ya me habían dicho que la justicia en España es lenta, pero creo que la juzgaron con indulgencia condescendiente. Personalmente puedo agregar que es injusta, prevaricadora, incompetente e inútil.

Exijo justicia de verdad.

En Madrid (mi hogar) a 21 de noviembre de 2007

Martín Alejandro Rodicio, mayor de edad, nacido en Buenos Aires Argentina el día 12 de agosto de 1977.

Información mandada a:
Periódico El Mundo y el Mundo.es// Periódico el País// Periódico La Razón// PSOE// PP// Maria Consuelo Rumíà secretaria de estado de inmigración y emigración// Migrar org// Madrid org// RTVE// A fondo de antena 3// Telemadrid// Cuatro// Cuatro noticias//

A todos muchas gracias.

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